El principal temor de un cómico es, evidentemente, que no se ría nadie. Presentarte ante una audiencia en una sala, soltar tu texto y no hacerlo llegar a su destinatario. Es lo que denominamos un pinchazo. Término muy taurino, por cierto. No se lo recomiendo a nadie.
El pinchazo es periódico. Sabes que de vez en cuando, va a aparecer uno en tu vida. Cuando enganchas una racha espectacular en la que te crees un Ricky Gervais o un Chris Rock, llega el pinchazo. Lo peor, es lo largo que se hace. La actuación se convierte en una hora interminable en la que te gustaría desaparecer. Tu cabeza piensa: ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no estoy en mi casa?...
Pero el pinchazo también tiene su punto positivo. Te coloca los pies en el suelo y te da un punto de realidad. Te ayuda a no olvidar que la humildad y el trabajo constante son dos claves básicas en la profesión de un cómico y te anima a trabajar más duro. Por cierto, este martes pinchñe estrepitosamente.... Lo arreglé ayer con una buena actuación en la Sala Café Concierto 16.
Los primeros minutos de este vídeo, son pinchazo.
CENA CON BELAS
Hace 3 semanas
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