AMAR COMO MASCOTAS

jueves, 12 de junio de 2014


Una vez tuve una novia. Fin.

Pequeña historia de una mujer que dejó escapar un tren para ir en burro.

Yo era relativamente joven. Suficientemente pequeño como para no saber nada, suficientemente mayor como para llevar una vida de hombre. Compartimos durante un tiempo un precioso estudio en el centro de Madrid que cambiamos por una casa bonita y grande en la sierra. Pero como todo lo que toco se rompe, no pudo ser para siempre. Éramos ella, yo…. Y Yoko.

De mirada perdida, apetito voraz y constante torpeza, Yoko es una preciosa bulldog francesa negra y blanca que fue mi perrastra durante dos años. Once kilogramos de peso bajo una dura piel moteada con la que compartí cama durante muchas y muchas noches. Sí, también andaba una mujer por ahí, pero esto no va de eso. Va de amor del de verdad.

Con mucha suerte pasamos ocho décadas viviendo. O intentándolo. Con suerte. De esas, las dos primeras son de descolocación y las dos últimas de recuerdos. Nos queda apenas la mitad de la vida. Y la pasamos odiando, envidiando y haciendo daño. Los animales no odian, no envidian y no hacen daño…

Mi vida con Yoko era fantástica. Me hacía sentir bien. Me despertaba a lametones, obsesionada como estaba con mis pezones. Me obligaba a rascarla la cabeza o me pegaba con la pata. Me dio disgustos, como un fallo en un ojo que tuvimos que operar. Incluso destrozó muñecos o ropa.

Damos muchas vueltas al concepto de amar. Muchos lo sentimos pero no lo entendemos. Yoko simplemente me quería. Me quería por encima de todas las cosas. Porque eso es lo que quiere tu mascota, tu compañero, quererte. Y sólo te pide una cosa a cambio, que le quieras. Y comida. ¡Se supone que ellos son los animales! Siempre me he considerado muy animal en este sentido. Yo amaba, amo o he amado de una forma muy instintiva. Sin cuestionarme el porqué. Lo que defino como el amor de una mascota, en mi caso es el amor de un masoka.

Si por algo me caracterizo es por no saber que quiero, y por saber lo que no quiero. Pero hay algo que deseo. Algo tan difícil como que en la misma semana te toque el Euromillón, gane el Atlético de Madrid la Liga y el café del bar de abajo sepa a gloria. ¡Quiero un jodido amor animal! Querer y que me quieran sin complicaciones. Querer y que me quieran sin dolor. Cambiar amor por amor, sin más interés que ese. Y si no me quieren, tener la capacidad que tienen perros y gatos para olvidar. En mi próxima vida quiero ser un perro compañero.

YO DEJARÉ DE USAR CHANDAL POR TI: LA CONFIANZA

1 comentarios:

Anónimo dijo...

No se puede querer y que te quieran sin dolor, pero se puede pensar que un poco de oscuridad ayuda a ver mejor la luz, rollo ying yang. Buena entrada!

Publicar un comentario

 

Mis cómicos de cabecera

  • Louis CK
  • Manu Kas
  • Dani Fontecha
  • Miguel Lago
  • Quique Macías
  • George Carlin
  • Iggy Rubin
  • JJ Vaquero
  • Luis Álvaro
  • Eddie Izzard
  • Ricky Gervais